Por Eugenio Zamora
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“Hagamos una tregua inteligente para recuperar serenidad y no perder el rumbo; tregua que no sea motivo de claudicación, sino oportunidad de reencuentro y reconciliación…” - José López Portillo en su toma de protesta como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos.
José Guillermo López Portillo y Pacheco nació el 16 de junio de 1920 en la Ciudad de Mexico. Hijo de José López Portillo y Weber y María del Refugio Pacheco, y nieto del escritor José López Portillo y Rojas, quien además fungió como diputado, senador, gobernador del Estado de Jalisco y ministro durante el mandato del presidente Porfirio Diaz Mori y el de Victoriano Huerta.
De niño, López Portillo y Pacheco fue entusiasta, inquieto, enfermizo y “muy macho”; de hecho, en su libro Mis tiempos: Biografía y testimonio político relata una cruda enfermedad de sarampión, por la cual asegura haber estado cerca de la muerte, pero que la afrontó con entereza y valentía porque fue criado bajo la idea de ser “muy macho” que su padre le inculcó.
Cabe resaltar que desde niño siguió el consejo que le dio su padre de no trabajar en el gobierno, pues afirmaba que “los defectos de un hombre honrado son las cualidades de un político” y se mantuvo firme en esta convicción hasta que ocupó su primer cargo como funcionario.
Y entrado a su adolescencia, José Guillermo fue estudioso y aplicado, pero también celoso y peleonero; en el libro anteriormente mencionado explica como mas de una vez se vio en la necesidad de “agarrarse a trompadas” con algunos novios de sus hermanas; o igual, con alguien que quisiera “pasarse de listo” con él.
Pero tambien, desde muy joven gozo de grandes dotes filosoficos, pues constantemente se cuestionaba con su padre o su abuelo sobre la naturaleza, la vida y la muerte; no obstante, pronto encontro un buen amigo, el cual, serìa decisivo en su vida mas adelante: Luis Echeverria Alvarez.
A Luis lo conoció de forma circunstancial y algo fortuita, pero se volverían inseparables a partir de ello; incluso, hicieron juntos un viaje por Mexico a pie, pasando por sierras oaxaqueñas, veracruzanas y jaliscienses, y, también, un viaje a Chile en un intercambio universitario, lo cual los volvería aún mas unidos, hasta que concluyeron ambos sus estudios universitarios y tomaron caminos distintos. José López Portillo comenzó a ejercer su profesión de abogado, mientras que Luis se adelantó en su carrera política.
López Portillo comenzaría su trayectoria política hasta el sexenio de Adolfo López Mateos; con quien empezó a trabajar desde la campaña. De la mano de Guillermo Rosell de la Lama, integraron los Consejos de Planeación Económica y Social de la campaña; y por su valioso trabajo, Portillo fue invitado a participar en el Plan Nacional de Desarrollo.
Ya ganadas las elecciones, Guillermo Rosell fue llamado por López Mateos para fungir como Oficial Mayor de la entonces Secretaría del Patrimonio Nacional. Para esto, Rosell invitó al joven López Portillo para trabajar en el departamento legal de aquella oficialía, invitación que aceptó con júbilo, seguro de que el servicio público era su verdadera vocación; dejando atrás aquella convicción de no trabajar en el gobierno que su padre le había inculcado.
Sin embargo, no duraría mucho en ese puesto, dado que, a los meses de haber iniciado el sexenio, fue ascendido por el propio Rosell a director de las Juntas Federales (primer “gran paso” hacia el poder). Pese a la poca relevancia de su puesto frente a los altos funcionarios, se puso al ‘tú por tu’ contra grandes figuras de ese gobierno, como el entonces secretario de Gobernación Gustavo Diaz Ordaz (sucesor de López Mateos) o el entonces secretario de la Presidencia, Donato Miranda Fonseca; con quien, incluso, tuvo un choque tan fuerte que Fonseca lo llegó a desconocer a él y a su dirección. No obstante, pese a esos enfrentamientos políticos, logro permanecer en el cargo hasta el fin del sexenio.
A su salida de la Dirección, se mantuvo desempleado por unos meses hasta que fue invitado por el propio presidente Gustavo Diaz Ordaz para ser jefe de la Oficina Juridicoconsultiva de la entonces Secretaría de la Presidencia (segundo “gran salto” hacia el poder). En ese puesto, le tocó vivir desde las entrañas de Palacio Nacional el año histórico que fue el 1968. Tiempo después, en 1969 fue ascendido a Subsecretario de la Presidencia tras la Renuncia de don Raúl Ortiz Mena por enfermedad (tercer “gran salto” hacia el poder), puesto en el que se mantendría hasta el fin del sexenio de Diaz Ordaz.
Terminado ese sexenio, se venia la hora de la verdad para López Portillo, pues se destapaba su amigo de la infancia como candidato a la presidencia de la república, Luis Echeverria Álvarez. Cuando Echeverria fue electo, las expectativas de Portillo y Pacheco eran altas; sin embargo, fue nombrado Subsecretario de Patrimonio Nacional, lugar que, para el, le “quedaba chico”.
Pero no duraría mucho tiempo ahí, pues un buen día de 1972, brincó al llamado ‘gabinete ampliado’, como Director de la Comisión Federal de Electricidad (cuarto “gran salto” hacia el poder), puesto que desempeñó correctamente pese a su poco conocimiento en el ramo, teniendo como primer y principal logro la unificación del Sindicato Único de Trabajadores Electricistas de la Republica Mexicana (SUTERM); hasta que, un año después y de forma abrupta e inesperada el presidente Luis Echeverria lo nombra secretario de Hacienda y Crédito Público (Quinto “gran salto” hacia el poder); cargo que, según el propio López Portillo, es el segundo mas complejo de ejercer en la administración pública después de la presidencia. Sin embargo, Portillo y Pacheco tomo posesión como titular de la SHCP en medio de un clima inhóspito debido a la crisis económica internacional que se vislumbraba. Sin embargo, tras un buen tiempo en Hacienda lo que se vislumbraba era otra cosa, su postulación para la presidencia de Mexico; algo que, sin mas ni más, en 1975 se destapaba oficialmente como el candidato del Revolucionario Institucional hacia “la grande”; contienda que ganó con ‘la mano en la cintura’ pues no se registró otro candidato oficial.
Y así, en medio de un ambiente polarizante y desordenado por la crisis económica que no cesaba, López Portillo tomó posesión como Presidente de Mexico el 1 de diciembre de 1972. Su discurso de protesta sirvió para llenar de esperanza al pueblo de Mexico con muchas frases que quedaran para la posteridad, resaltando una en especial a la que, 6 años después en su sexto informe de gobierno, haría alusión: “A los desposeídos y marginados, si algo pudiera pedirles, seria perdón por no haber acertado todavía a sacarlos de su postración (…) Integremos con todos los yo, un nosotros. Esa es la solución…”
La estructura de su gobierno se basaría en 3 fases: 2 años de recuperación, 2 años de consolidación y 2 años de crecimiento acelerado. Como presiente tuvo importantes aciertos en materia sociopolítica; sin embargo, por lo que más será recordado es la devaluación producto de la caída en los precios del petróleo, materia prima a que Portillo le apostó todo, y perdió.
No obstante, en su sexto y ultimo informe de labores, en un ultimo intento por rescatar su sexenio anunció la nacionalización de la banca. En ese mismo informe, reiteró su disculpa al sector marginado de la sociedad mexicana; esta vez, de forma más enérgica y emotiva, en medio de lágrimas y golpeando firmemente al atril: “A los desposeídos y marginados, a los que hace 6 años les pedí un perdón que he venido arrastrando como responsabilidad personal…”
De esa forma se despedía una persona que nunca aspiró al servicio público, pero al que llegó con pasos grandes hacia el poder. Y hoy, 7 presidentes después, Mexico aún les exige a todas las partes que integran a nuestra nación que “Hagamos una tregua inteligente para recuperar serenidad y no perder el rumbo; tregua que no sea motivo de claudicación, sino oportunidad de reencuentro y reconciliación…”
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